El coloquio de los perros Resumen de novela [Miguel de Cervantes]

Imagen de portada de la novela El coloquio de los perros

El coloquio de los perros es la última de las Novelas ejemplares escritas por Miguel de Cervantes Saavedra, las cuales fueron publicadas por primera vez en 1613.

Esta obra singular destaca por su originalidad, ya que sus protagonistas no son humanos, sino dos perros, que, de manera inexplicable, reciben el don del habla por una sola noche. Situados en el Hospital de la Resurrección de Valladolid, donde cumplen labores de vigilancia, los animales conversan sobre sus vidas, experiencias y reflexiones.

En esta entrada encontrarás un resumen completo del relato, una lista de personajes relevantes.

Personajes de la novela:

Aquí esta la lista completa de los personajes de la obra:

Principales:

>Berganza: Uno de los perros protagonistas. Es el que toma la palabra durante casi toda la narración. Cuenta con claridad y detalle su vida al servicio de distintos amos: carniceros, soldados, pastores, comerciantes, curanderas, entre otros. A través de sus relatos, Berganza expresa su visión crítica del mundo humano, sus vicios y contradicciones. Es reflexivo, observador y muestra un deseo de virtud.

>Cipión: El otro perro protagonista. Aunque escucha más de lo que habla, interviene para comentar, cuestionar o añadir observaciones a lo que narra Berganza. Representa la voz racional, prudente y equilibrada, que pone en duda algunos juicios de su compañero y lo invita a ser más moderado.

Secundarios:

>Los carniceros de Sevilla: Primeros amos de Berganza. Representan un oficio corrupto, con engaños en los pesos, sobornos y maltrato animal. Sirven como crítica al abuso del trabajo y la doble moral.

>Los pastores: Amos posteriores, que viven entre robos, trampas y violencia. Cervantes critica aquí la falsa idealización del mundo pastoril.

>Los soldados: Con quienes Berganza convive en sus campañas. Se muestra la dureza de la vida militar, la falta de paga y la necesidad de vivir del pillaje.

>La bruja Cañizares: Mujer vieja y temida, en cuya casa Berganza termina sirviendo. A través de ella se expone el mundo de la superstición, los hechizos y el engaño. Su personaje es uno de los más detallados dentro del relato.

>Los estudiantes, comerciantes y amos posteriores: Sirven como ejemplos de hipocresía, codicia o doble vida, y permiten a Berganza reflexionar sobre distintos aspectos de la conducta humana.

Resumen de El coloquio de los perros:

Parte 1: Introducción del milagro:

La historia comienza con una escena insólita: los perros Cipión y Berganza, guardianes del Hospital de la Resurrección de Valladolid, descubren que han recibido el don del habla.

Nadie más puede oírlos, y ellos mismos no entienden cómo han adquirido esa facultad, que les ha sido concedida, según suponen, por alguna causa sobrenatural y por una sola noche.

Ambos se sorprenden al comprobar que no solo pueden hablar, sino también razonar con claridad. En ese momento, Berganza propone aprovechar ese breve tiempo para contar la historia de su vida, ya que considera que ha tenido muchas experiencias dignas de compartirse.

Cipión, más cauto, le aconseja moderación y prudencia: le recomienda que hable con juicio, sin orgullo, sin exageración y evitando criticar por criticar.

Esta introducción sienta el tono del relato: una conversación reflexiva entre dos perros, en la que se alternan anécdotas personales con juicios morales y observaciones sobre el comportamiento humano.

A pesar de lo fantástico de la premisa, Cervantes da a los protagonistas una voz lúcida y crítica, que permite mirar la sociedad desde un punto de vista ajeno, pero profundamente humano.

Aquí comienza el coloquio propiamente dicho, donde Berganza asume el papel de narrador y Cipión el de oyente analítico. La historia toma forma como un examen de costumbres, a través del relato de los distintos amos y ambientes por los que Berganza ha pasado.

Parte 2: Relato de los amos:

Berganza inicia su relato contando su paso por distintos amos y oficios, cada uno de los cuales representa un aspecto distinto de la sociedad que Cervantes desea satirizar.

Su primer recuerdo es el de su vida con los carniceros de Sevilla, donde observa robos, trampas con los pesos, violencia contra los animales y sobornos. En ese ambiente, Berganza descubre cómo los hombres justifican la corrupción como algo cotidiano.

Luego, sirve como perro pastor, y aunque al principio cree haber encontrado un oficio honrado, pronto se da cuenta de que muchos pastores roban ganado, simulan ataques de lobos y engañan a sus patrones.

También conoce la vida entre gitanos, y aunque admira sus habilidades, critica su vida errante y engañosa. Más adelante, Berganza acompaña a soldados.

Allí presencia la dureza de la vida militar, la pobreza, la falta de paga, los abusos y el uso de la violencia como medio de subsistencia. A pesar de la apariencia de honor, ve que muchos soldados viven del pillaje y la miseria.

También pasa por manos de escolares, comerciantes y poetas pobres, en cuyos hogares descubre más miserias morales: vanidad, hipocresía, falsedad y doble moral.

En todos estos contextos, Berganza observa que la virtud es escasa, y que casi todos buscan el provecho propio por encima de la honestidad. Mientras narra, Cipión interviene ocasionalmente, cuestionando o matizando los juicios de su compañero.

Lo invita a no generalizar, a hablar con mesura y a examinar también sus propias acciones. Aun así, Berganza continúa su relato, mostrando cómo, desde su perspectiva, la mayoría de los hombres viven de apariencias, tratan con injusticia a los débiles y actúan sin verdadera conciencia moral.

Esta parte representa el corazón de la crítica social cervantina, articulada a través de un perro que, paradójicamente, muestra más sensatez y juicio que muchos humanos.

Parte 3: El episodio con la bruja Cañizares:

En uno de los tramos más extensos y detallados de su relato, Berganza cuenta su experiencia viviendo en casa de una mujer llamada Cañizares, una vieja bruja sevillana.

Este episodio marca un cambio de tono en la narración, ya que se enfoca no solo en las costumbres sociales, sino también en el mundo de la superstición, los hechizos y las creencias ocultas.

Cañizares, a quien todos temen por su fama de hechicera, recibe a Berganza con agrado y, en un momento de confianza, le revela que él no es un perro cualquiera, sino que fue un hombre encantado y que ese don de hablar es parte de un misterio mayor.

Le promete contarle más sobre su pasado si permanece fiel a ella. Aunque Berganza no termina de creerle del todo, sus palabras lo intrigan.

Durante su estancia con la bruja, Berganza presencia supuestos rituales, engaños y manipulaciones, y observa cómo Cañizares y otras mujeres como ella se aprovechan de la credulidad de la gente para ganar dinero, sembrar miedo o alterar relaciones familiares.

Se muestra cómo la brujería no es tanto magia real, sino un medio de control a través del miedo, la ignorancia y la mentira.

Este episodio sirve para que Cervantes critique abiertamente las supersticiones populares, la ignorancia generalizada, y la figura de las “hechiceras” como mujeres que operan en los márgenes de la sociedad, pero que logran ejercer poder gracias al temor de otros.

Al mismo tiempo, se refuerza la duda sobre la verdadera naturaleza de Berganza, que nunca se resuelve del todo, dejando abierta la posibilidad de que haya algo más en su origen.

Cipión, fiel a su papel de voz racional, escucha con escepticismo. Cuestiona los excesos del relato, pide pruebas y lo invita a seguir narrando con prudencia. Esta dinámica entre los dos perros mantiene el equilibrio entre el asombro del relato y el tono reflexivo que caracteriza toda la obra.

Parte 4: Reflexión final y despedida:

Con el relato de su experiencia con la bruja Cañizares y otros amos posteriores, Berganza concluye la mayor parte de su historia. A lo largo de sus palabras, ha expuesto una serie de observaciones sobre el comportamiento humano, criticando con ironía y lucidez los defectos de distintas clases sociales, oficios y costumbres.

Sin embargo, hacia el final de la noche, el tono cambia: el tiempo del milagro está por agotarse, y los perros lo saben. Cipión, que hasta entonces ha escuchado con atención y comentado con sensatez, invita a su compañero a reflexionar sobre sí mismo.

Le recuerda que, si bien ha hecho un retrato acertado de los males ajenos, también debe preguntarse si ha actuado siempre con virtud, o si solo ha juzgado a los demás sin examinar su propia conducta.

Lo anima a moderar su crítica, a hablar con justicia, y a buscar la verdad con humildad. Berganza acepta la sugerencia y promete ser más cuidadoso. Ambos coinciden en que, si el don del habla continúa, Cipión contará su propia historia en la siguiente noche.

Pero esa oportunidad nunca llega: amanece, y con el día los perros pierden nuevamente la capacidad de hablar. El relato concluye con este final abierto y simbólico: los perros, que por una noche representaron la razón, la crítica y la conciencia moral, vuelven a su silencio habitual.

Cervantes cierra la obra sin necesidad de castigos ni giros extraordinarios; lo importante ha sido la conversación, el análisis, y la posibilidad de pensar como hombres desde la figura de dos perros.

Así, El coloquio de los perros termina como una fábula extensa y profunda, que cuestiona las apariencias, la falsa virtud y la naturaleza humana, todo desde una voz inesperada: la de los animales que observan con más claridad que muchos hombres.

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