Doña perfecta: resumen y personajes [Benito Pérez Galdós]

Cubierta de la primera edición de Doña Perfecta, con firma autógrafa de Benito Pérez Galdós (Madrid, Imprenta de la Guirnalda, 1876). Ejemplar de la Biblioteca Nacional de España.

Doña Perfecta es una novela de la literatura española, publicada en 1876 por el maestro Benito Pérez Galdós, uno de los principales escritores del realismo Español.

La obra, que forma parte de las llamadas «novelas de tesis» del autor, combina elementos de drama, crítica social y enfrentamiento ideológico, ofreciendo una mirada aguda y, a menudo, trágica sobre el fanatismo religioso y la intolerancia en la España profunda.

Ambientada en la ficticia y ultra-conservadora ciudad episcopal de Orbajosa, en la Castilla profunda del siglo XIX. La historia gira en torno a la llegada de un forastero que perturba la inmovilidad del pueblo.

El protagonista es José (Pepe) Rey, un joven y brillante ingeniero de ideas liberales y progresistas, que viaja a Orbajosa con el propósito de contraer matrimonio con su prima, Rosario, hija de la matrona local, Doña Perfecta Reverte.

A partir de este compromiso matrimonial, se desata un conflicto irreconciliable entre la mentalidad abierta y científica de Pepe y el tradicionalismo férreo y la religiosidad hipócrita encarnada por Doña Perfecta y sus aliados, especialmente el canónigo Don Inocencio.

Este choque de civilizaciones, o de ideas, provoca una serie de intrigas, calumnias y actos de violencia que pondrán en evidencia la brutalidad y el ridículo de quienes manipulan la fe para justificar la intolerancia y el poder.

A continuación, se presenta un resumen detallado de Doña Perfecta, junto con una descripción de los personajes principales y secundarios que dan vida a este célebre drama sobre la intolerancia en la literatura española.

Personajes de la novela:

Principales:

Doña Perfecta Reverte: La protagonista viuda influyente en Orbajosa. Representa la intolerancia, el fanatismo religioso y la hipocresía disfrazada de virtud. Es una mujer de apariencia intachable cuyo apego ciego a la tradición la lleva a la crueldad.

José (Pepe) Rey: Joven ingeniero de caminos, sobrino y prometido de Rosario. Encarna el progreso, el liberalismo y la ciencia del siglo XIX. Su llegada a Orbajosa desata el conflicto por sus ideas modernas.

Don Inocencio: Encargado de la catedral y consejero espiritual de Doña Perfecta. Es el principal instigador de las intrigas contra Pepe Rey, simbolizando el clero retrógrado y la manipulación ideológica.

Rosario: Hija de Doña Perfecta y prometida de Pepe Rey. Es una joven dulce y de belleza frágil, que se convierte en la víctima desgarrada por el amor que siente por su primo y el respeto filial por su madre. Su angustia la conduce a la locura.

Secundarios:

Cristóbal RamosCaballuco«): Cacique local, hombre violento, tosco y fiel a Doña Perfecta. Es quien ejecuta materialmente las acciones de la facción conservadora contra Pepe Rey.

Don Cayetano: Hermano de Doña Perfecta, un humanista y erudito local. Aunque es neutral ideológicamente, su función de observador y narrador de los acontecimientos finales aporta contexto histórico.

María Remedios: Sobrina de Don Inocencio. Es una mujer simple y manipulable que presiona a su tío para que su hijo, Jacinto, pueda casarse con Rosario.

Jacintito: Hijo de María Remedios, un joven recién licenciado en Derecho. Es un personaje tímido y mediocre que es usado por su madre y su tío como alternativa matrimonial para Rosario.

Tío Licurgo: Campesino y sirviente leal de Doña Perfecta, que representa la obediencia ciega a la autoridad local.

Resumen completo de «Doña perfecta»:

La llegada de Pepe:

La historia de «Doña Perfecta» comienza con la inesperada llegada de José Rey a la antigua y apartada ciudad de Orbajosa, un pueblo castellano que simboliza la inmovilidad y el rigor de la España tradicional.

Pepe Rey, ingeniero de caminos y hombre de ideas liberales y científicas, arriba por invitación de su tía, Doña Perfecta Reverte, para contraer matrimonio con su prima, Rosario.

La bienvenida inicial es cordial, pues Doña Perfecta, en la superficie, es la viva imágen de la bondad y la piedad. El plan matrimonial parece llevarse a cabo de inmediato, ya que Pepe y Rosario sienten una atracción mutua apenas se conocen.

Rosario ve en su primo una vía de escape a la monotonía y la opresión de su vida. Sin embargo, esta aparente calma se rompe violentamente a causa del choque ideológico.

Las primeras conversaciones entre Pepe y los hombres fuertes del pueblo, notablemente el con Don Inocencio, revelan un abismo entre sus visiones del mundo.

Pepe defiende la ciencia, el progreso y la razón; Orbajosa defiende la tradición, la fe ciega y el conservadurismo. Don Inocencio, astuto y manipulador, pronto percibe el «peligro» que las ideas de Pepe representan para la quietud del pueblo y, sobre todo, para su propia influencia.

A partir de estas discusiones, la opinión de Doña Perfecta sobre su sobrino comienza a virar. La matrona, antes cortés, empieza a verlo no como un familiar y prometido, sino como un «impío» y un agente de la modernidad que amenaza la pureza de su hija y la moral de Orbajosa.

Este punto marca el inicio de la tragedia: la relación amorosa queda inmediatamente frustrada por el fanatismo, y la relación familiar se transforma en un conflicto ideológico que pronto se tornará personal y violento.

El hostigamiento:

Una vez que Doña Perfecta y Don Inocencio han diagnosticado a Pepe Rey como un peligro para la moral y el orden de Orbajosa, comienza una sutil pero implacable campaña de hostigamiento para desacreditarlo y frustrar la boda con Rosario.

La perfección de Doña Perfecta se revela como una máscara: comienza a utilizar métodos indirectos para atacar a su sobrino, manipulando a su alrededor con una sonrisa piadosa y rezos constantes.

Don Inocencio es su principal aliado, quien, movido también por el interés de casar a su sobrino Jacinto con la rica heredera Rosario, utiliza la palabra y el púlpito para difundir el descrédito.

La táctica es simple pero efectiva: no se le acusa de crímenes, sino de la más grave de las faltas en Orbajosa: la herejía y la irreligiosidad. Se insinúa que Pepe es un «impío», un «mason» y un «descreído» que arrastrará a Rosario a la perdición.

Estos rumores, se propagan rápidamente por la pequeña ciudad, y la sociedad, inherentemente conservadora, retira su apoyo a Pepe Rey. Mientras tanto, la relación entre Pepe y Rosario se vuelve cada vez más secreta y desesperada.

Los amantes, conscientes de la oposición de Doña Perfecta, se comunican a escondidas, lo que solo sirve para enfurecer más a la matrona, que percibe estas citas como una afrenta directa a su autoridad.

El conflicto, que era ideológico, se ha transformado en una guerra personal donde Doña Perfecta se siente justificada en su crueldad por la defensa de su fe y de su hija.

El intentó de fuga:

El constante hostigamiento orquestado por Doña Perfecta y Don Inocencio lleva la tensión a un punto de no retorno, transformando la intriga sutil en una violencia abierta en las calles de Orbajosa.

Pepe Rey, harto de las calumnias y la opresión, decide que no hay cabida para el diálogo ni para el respeto a las formas. Se produce un acto de rebelión abierta en el que intenta convencer a Rosario de huir con él y escapar del ambiente sofocante y manipulador de su madre.

Rosario, cuya salud mental se deteriora bajo la presión de amar a su primo y temer la ira de su madre, se encuentra paralizada entre ambos bandos, pero finalmente se une al intento de fuga. La respuesta de Doña Perfecta es inmediata y brutal.

Al verse desafiada en su autoridad moral y maternal, desata a sus aliados más oscuros. Entra en escena Caballuco, el cacique violento y ciegamente leal a Doña Perfecta, quien, alentado por la supuesta defensa de la fe y el honor del pueblo, se convierte en el brazo ejecutor.

La situación se complica con la llegada de las tropas del gobierno a Orbajosa, enviadas para sofocar las revueltas que han estallado en la zona rural. Doña Perfecta manipula esta situación militar en su favor, logrando que el destacamento militar local se ponga de su parte.

Pepe Rey es acusado falsamente de promover la sedición y es asediado, convirtiéndose en un prófugo dentro de la misma casa de su tía.

El amor de Pepe y Rosario se consume en la clandestinidad y la angustia, mientras que Doña Perfecta, en su papel de piadosa matrona, se atrinchera, justificando cualquier acto de fuerza como una defensa necesaria de la moral y la tradición. El asedio culmina con Pepe forzado a esconderse, atrapado por la conspiración que lo condena.

El desenlace trágico:

El clímax de la novela se desata cuando Rosario, presa de la desesperación y la locura incipiente, huye al jardín para encontrarse con Pepe Rey, quien se esconde de las fuerzas armadas y los secuaces de su tía.

En un acto de desesperación y bajo el amparo de la noche, Doña Perfecta, al enterarse del encuentro y consumida por el odio ideológico que ha disfrazado de defensa moral, da la orden fatal: «¡Mátale!».

El ejecutor del crimen es Caballuco, el cacique leal, quien dispara contra Pepe Rey. El joven ingeniero, el portador de la razón y el progreso, cae muerto en el jardín de su tía.

La escena es la culminación trágica del enfrentamiento entre la tradición ciega y el liberalismo, y demuestra cómo el fanatismo, amparado en la «perfecta» fe, conduce a la barbarie.

Las consecuencias de este acto son inmediatas y devastadoras, narradas en un epílogo epistolar por Don Cayetano. Rosario, ya mentalmente inestable por la presión de su madre y la pérdida de su amado, se hunde definitivamente en la locura y es internada en un manicomio.

Doña Perfecta, a pesar de su crimen, mantiene su apariencia de mujer piadosa y entregada a las obras de caridad, aunque internamente la amargura la consume, dejando al descubierto la hipocresía de su virtud. Don Inocencio y los demás aliados continúan con sus vidas, demostrando la impunidad del poder.

El narrador, en el cierre, condena con amargura la intolerancia. El asesinato de Pepe Rey no es solo la muerte de un hombre, sino el simbólico fracaso del diálogo y la derrota de la modernidad frente al oscurantismo en la España de la época.

La novela concluye con una pesimista reflexión: en una sociedad dominada por el fanatismo, la razón y el amor están condenados a la destrucción.

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